Allí
estaba Mikel, sentando en el suelo medio desmayado, más borracho que nunca.
Incluso más que el día en el que le gasté la broma con mis amigas.
-
¡Vamos,
Alicia!
Ignoré
a Albert y me dirigí a Mikel apresurada.
Me
agaché junto a el y le di tres palmadas en la cara para que reaccionase.
-
¿Qué
haces?
Albert
se aproximo para alejarme de el, pero lo negué.
-
Está
mal… - contesté – tenemos que ayudarle
-
¿Estás
loca, verdad?
-
Por
favor, le puede pasar cualquier cosa
-
Alicia,
no pienso montarle en mi coche, así que ya le puedes soltar
-
Ni
hablar
-
Mira,
tengo capaz de irme sin ti
-
Pues
vete
Se
dio media vuelta y se marchó. Observe como arrancaba el coche, incrédula.
Me
mordí el labio y de nuevo le di palmadas a Mikel.
-
Emmm…
-
Mikel…
por favor
Abrió
un poco los ojos y me miró. Sonrió como si no me hubiera visto durante dos
años.
Yo
en cambio me mantuve seria, muy disgustada.
-
¿Te
sientes orgulloso? Has cogido la mayor borrachera de tu vida…
-
¿Do-donde
est-ta Albert?
-
Se
fue…
Puso
mala cara.
-
¿Y
ahora quién te llevará a tu casa?
-
No
se, ya me las ingeniaré
De
la manera que pudo se puso de pie.
-
Te
llevo yo
Reí
sarcásticamente.
-
No
veas, como estás en tan buen estado
-
P-pues
llévate mi m-moto…
Arqueé
una ceja.
-
De
paso te llevaré a tu casa…
-
Se
me olvido las llaves
La
miré sorprendida. ¿Y ahora qué? No me quedaría mas remedio…
Le
agarré por los hombros y con mi ayuda avanzó hacia donde tenía la moto.
Me
senté delante y el se agarró a mi.
-
Es
la segunda vez que cojo una de estas...
No
contestó, no podía hacerlo.
La
arranqué con temor y con un poco de lentitud la llevé por la carretera.
A
los minutos le estaba cogiendo el perfectamente, por lo que aumenté la velocidad
aun extremo algo peligroso.
Aparqué
y ayude a Mikel a bajar como pude.
-
¿Dónde
estamos? – preguntó, con los ojos cerrados.
-
En
mi casa… pasarás aquí la noche
Sonrió
y se dejo caer en la columna de la casa.
-
No
haremos nada – dije también sonriendo.
-
¿Seguro?
-
Segurísimo
Le
cogí de la mano y le guié a mi habitación, ayudándolo a subir las escaleras, ya
que no podía con ellas.
Al
entrar cerré la puerta, y no me sorprendí al verle tirado en la cama, medio
desmayado.
-
Ayúdame…
Trataba
de quitarse los pantalones. Lo veía normal, los que llevaba deberían ser muy
incómodos.
Le
puse boca arriba y le desabroché los botones, bajándole luego la cremallera.
Avergonzada
se los quité, dejándolo en ropa interior.
La
camiseta también se la quité, para que estuviese más cómodo.
Mikel
tenía los ojos cerrados, por lo que decidí cambiarme delante de el y ponerme el
pijama.
Mi
tío no estaba, por lo que no podría enfadarse ni hacerme nada.
Apagué
la luz y ya lista, me tumbé en la cama al lado de Mikel.
Cerré
los ojos, sintiéndole cerca, como su cuerpo transmitía calor.
-
Alicia…
- murmuró con lentitud.
-
Que…
-
Gracias
por todo
Sonreí
y no contesté, simplemente le acaricié la espalda tiernamente, aún con la
sonrisa en los labios.