Abrí
un poco los ojos y bostecé, aun con un poco de sueño.
Como
si fuera un acto reflejo, los volví a abrir. No me acordaba de que había pasado
la noche con Mikel.
Le
miré. Aun dormía, parecía un niño pequeño.
Sonreí
y me percaté de la forma en la que habíamos dormido.
Estábamos
cogidos de la mano, y los dos nos mirábamos fijamente.
Con
cuidado me fui apartando de el, intentando no despertarle.
Antes
de salir de la habitación, le miré por última vez.
Bajé
las escaleras muerta de hambre, siempre por las mañanas tengo mucha hambre, es
algo que me pasa desde pequeña.
Allí
en la cocina me preparé una tostada y la acompañé con un cola-cao.
Recapacité
en todo lo que hice anoche. El concierto, algo que no olvidaría. Albert, fue un
cabrón, no debería haberme dejado sola, no creo que vuelva a confiar en el.
Mikel, ya no sé que pensar de el, a veces es un cabrón y otras en cambio es la
mejor persona del mundo.
Escuché
unos ruidos procedentes de mi habitación, supuse que Mikel se ha despertado o
un fantasma quería violarme. Una de las dos cosas era.
Subí
las escaleras, y por suerte, era la primero que pensé.
Mikel
estaba sentado en la cama, tapándose la cara con ambas manos.
Resaca,
apuesto lo que sea a que es resaca.
-
¡QUÉ
PASA, MIKEL! – grité lo más fuerte que pude.
-
¡Joder!
Se
apretó la cabeza. Reí y decidí no joderle mucho, no se lo merecía.
-
¿Te
acuerdas de lo qué paso ayer? – pregunté sentándome a su lado.
-
Un
poco… recuerdo que bebí bastante…
-
¡No
me digas!
-
También
que estaba con una tía y la dejé tirada, que Albert te dejo tirada y decidiste
llevarme acá…
Solo
me quedé con estás palabras: ‘’Estaba con una tía y la dejé tirada’’.
Me
alegré, y mucho. Pero decidí no darle más vueltas, hay cosas más importantes,
supongo.
-
¿Por
qué lo hiciste? – pregunté.
-
¿El
qué?
-
Emborracharte
de esta manera…
-
No
se
-
Mikel,
por algo lo hiciste
-
Te
he dicho que no lo sé
-
Venga
va, no seas idiota
Giró
la cara para poder mirarme. No le aparté la mirada, me mantuve firme.
-
Te
vi con Albert y me puse celoso ¿Contenta?
-
¿Celoso?
¿Por verme con Albert?
-
Si…
Aparté
la mirada, pero el mismo me volvió la cara para que le mirase.
-
¿Y
por qué te pusiste celoso? – murmuré nerviosa.
-
Por
unos momentos deseé ser Albert…
-
Pero,
¿Por qué?
Se
encogió de hombros. Reímos nerviosos, algo acalorados.
Mikel
por los nervios y yo por la vergüenza de la situación.
Le
miré a los ojos, algo que el no estaba haciendo. Miraba directamente a mis
labios.
Imité
lo que hacía y miré los suyos. Poco a poco nos fuimos acercando.
Esta
vez no me iba a apartar como otras veces. Sentía que debía besarle, lo
necesitaba.
Nuestras
narices tocaron. Acarició con sus labios los míos, ya no faltaba nada para dar
el paso…
-
¡NIÑATA!
Nos
separamos sobresaltados.
El
mundo se me cayó encima, se suponía que mi tío no llegaba hasta las ocho de la
tarde.
Me
levanté de la cama, y con temor me acerqué un poco a el.
-
¿Qué
haces… aquí? – la voz me temblaba al hablar, pero no importaba.
-
¡No
cambies de tema! ¡¿Qué coño haces con ese tío?!
-
Es
un amigo…
-
Da
igual, te cojo dinero
Abrí
los ojos sorprendida y justo cuando estaba abriendo mi cartera se la arrebaté
de las manos.
-
¡Gánate
tu propio dinero! – grité enfadada - ¡Este es mío!
-
¿Y?
Escondí
la cartera por detrás, pero no sirvió de mucho.
-
¡Qué
me la des!
Mikel
se levantó sorprendido, en alerta por si pasaba algo malo. Y claro que pasó.
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