Mi
tío levantó la mano y el puñetazo que me propinó se escuchó casi por toda la
casa.
Caí
la cartera, llevándome una mano a la mejilla.
-
¡QUÉ
HACES CABRÓN!
Mikel
iba corriendo hacia mi tío, dispuesta a darle una paliza.
Cuando
ya le tenía las manos encima le aparté de el. No podía permitirlo, no quería
que le hiciera daño a Mikel.
-
Tranquilízate,
Mikel…
-
¡¿Cómo
voy a hacerlo?!
Mi
tío rió y salió de la habitación, para luego irse por la puerta de la casa, y
no aparecer probablemente hasta por la noche.
-
Mikel…
Me
miró, luego se dirigió a la mejilla.
La
toqué, estaba ardiendo y no me extrañaba, ha sido uno de los más fuertes que me ha
dado.
-
Estoy
acostumbrada… - quería tranquilizarle, pero eso sirvió para ponerle más
nervioso.
-
¡¿Siempre
te hace eso?!
No
contesté. Ya sabía la respuesta.
-
Ven
aquí
Me
abrazó con mucho amor. No quería separarme de el, en todo este tiempo le he
acabado cogiendo cariño, demasiado cariño.
-
Ah…
La mejilla
acababa de darme un pinchazo, y dolía bastante.
Fuimos
al baño para curarme un poco.
Al
echarme agua fría en la mejilla me acordé del dinero y la cartera.
Había
perdido todo lo que tenía, todo lo ahorrado se acababa de ir a la mierda en tan
solo unos segundos.
Como
si Mikel me leyera la mente, sonrió y se sacó del bolsillo nada más y nada
menos que la cartera.
-
¡¿Pero
como…!?
-
Tengo
mis trucos
Sonreí
y la cogí, abriéndola para ver si estaba todo.
-
Eres
un amor – dije agradecida.
-
Lo
sé, lo sé
Suspiré,
más feliz que antes.
-
Oye
Alicia…
-
¿Aja?
-
¿Puedo
ducharme? Verás mis padres no llegan hasta la tarde y no tengo las llaves…
-
¿No
puedes esperar?
-
Huelo
demasiado a alcohol
-
Tienes
razón, anda venga, dúchate, pero rápido ¿eh? Que al dormir contigo también se
me ha pegado a mi
Le
miré. Sonreía con picardía.
-
¿Y
qué tal si nos duchamos juntos?
-
¿Disculpa?
-
Claro,
pero lo digo por ahorrar agua, solo eso
-
Por
ahorrar agua… anda, dúchate rápido.
Río
y se acercó a la ducha.
Ni
siquiera tenía que quitarse la camiseta ni pantalones. No llevaba.
-
¡Espera,
espera! – exclamé al ver que se agarraba los boxers.
-
¿Qué?
-
Un
momento, tengo que salir del baño…
-
¿Te
da vergüenza verme? Pero si ya has visto a un montón de tíos… - rió.
-
Muy
gracioso, sabes perfectamente que soy, bueno, ya sabes.
-
¿Virgen?
-
Si.
-
Bueno, pues entonces verás tu primer…
-
Calla,
calla
Reímos
sin poder evitar. Bueno, yo reía por disimular la vergüenza. ¡Por que menuda
vergüenza!
Me
dirigí a salir del baño, y cuando estaba saliendo algo cayó en mí encima.
-
Pero
que…
-
¿Te
importa cerrar la puerta?
Tenía
en las manos los boxers de Mikel.
-
Cabrón…
-
¡Me
quieres!
Cerré
la puerta aun con los boxers en la mano.
Sonreí
de nuevo, como si fuera una niña pequeña sin ningún problema en particular.
Otra
vez me vino la duda, solo que estaba un poco más clara que las otras veces.
¿Me
estoy enamorando de Mikel?
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