El
día transcurrió normal. Mikel no me hizo nada en todo el día, aunque no paraba
de lanzarme miradas asesinas, pero le ignoré por completo.
Suerte
que Albert estuvo conmigo en todo momento y me defendió de los idiotas que me
preguntaban ‘’¿Hoy enseñarás el sujetador, preciosa?’’.
Acabada
de vestir para la supuesta ‘’cita’’ con Albert, me senté en la silla giratoria
del escritorio.
Iba
muy mona, con un vestida blanco de encaje por la cintura. No suelo llevar
vestidos, pero este es demasiado perfecto.
Llamaron
a la puerta, así que cogí el bolso y salí de la habitación.
-
¡Hola,
guapa! – saludó Albert sonriendo - ¿Nos vamos?
Le
sonreí como respuesta y me dirigí al coche, que estaba muy bien aparcado.
-
Veo
que has aprendido a aparcar derecho – bromeé.
-
Que
graciosa eres, niña…
Encendió
el motor y nos esfumó de mi calle en tres segundos.
-
¿A
dónde me llevas? – pregunté con curiosidad.
-
Conozco
una cafetería que seguramente te encantará, ya verás.
El
trayecto lo seguimos en ‘’silencio’’. No tuvimos ningún tema de conversación,
pero no paraba de cantar las canciones que salían por la radio.
Aparcó
increíblemente bien. Observé la cafetería, tiene razón, parece muy mona, pero
habrá que ver como es por dentro, sus servicios…
Agarró
mi mano y me llevó dentro de ella, como si hubiese leído mi pensamiento.
-
Guau…
Por
dentro es… no hay palabras para describirla. Es espaciosa, bien decorada, y la
comida parece deliciosa.
-
¿Te
gusta? – preguntó sonriendo.
-
Si…
- respondí maravillada.
Nos
sentamos en la mesa cercana que había, los dos frente a frente.
-
¿Qué
os pongo chicos? – un camarero se acercó.
-
Lo
mejor que tengan – respondió Albert antes de que lo hiciera yo.
Al
irse el camarero, le miré mal.
-
Te
encantará – aseguró riendo por mi expresión.
-
Costará
mucho dinero
-
Invito
yo, tranquila.
-
No,
cada uno paga su parte.
-
¿Qué
dices? Lo pago yo, y punto
Me
mordí el labio pero no dijo nada más, cuando algo se le mete en la cabeza, es
imposible que cambie de opinión.
El
camarero llego al poco tiempo. Traía en los dos platos un pastel con una pinta
deliciosa.
La
boca se me hizo agua y en cuanto puso el plato delante de mi, no tardé ni un
segundo en devorarlo.
-
Tanta
hambre tenías
-
Joder,
está buenísimo
Reímos
y seguimos comiendo, los dulces así son mi debilidad.
Cuando
terminamos nos fuimos a dar un paseo, para perder un poco los kilos cogidos por
el dulce.
Íbamos
cogidos de la mano, haciendo bromas, riendo, mirándonos de vez en cuando y
sonrojarnos. Con las bromas entramos en un callejón algo extraño, pero no le
dimos importancia.
Todo
es perfecto, parecía que todo estaba a favor nuestro. Pero estábamos
completamente equivocados.
-
¡ALTO,
COÑO!
Un
hombre con aspecto horrible se puso delante nuestra, alzando un cuchillo largo
y afilado.
Los
dos nos quedamos en estado de shock. ¿Y ahora qué?
-
¡EL
DINERO Y NADIE SALDRÁ HERIDO!
Albert,
muerto de miedo le entregó la cartera que llevaba en el bolsillo.
Saqué
la mía del bolso y se la entregué temblando más que nunca.
Aquel
hombre fijó la mirada en mi y sonrió, riendo un poco.
-
También
quiero a la chica…
La
cara se me puso blanca. Mierda… menos mal que estoy con Albert…
-
¡¡Toda
tuya!! – gritó.
Le
miré asustada. Pero en seguida le perdí de vista, puesto que se estaba yendo
corriendo.
Luego
miré de nuevo al hombre más blanca que nunca.
-
Ven
conmigo y no pasará nada – dijo con frialdad.
Negué
con la cabeza y sentí el impulso de echar a correr, pero mis piernas no
respondían.
Me
agarró del brazo y me atrajo a el, haciéndome mucho daño.
-
De-déjame
paz… - gemí con mucho miedo.
-
Lo
pasarás bien, preciosa
Acercó
el cuchillo y puso la punta en mi mejilla.
-
Haz
lo que te diga y no te haré daño
Removí
un poco el cuerpo, intentando separarme.
-
¡QUE
TE ESTÉS QUIETA!
De
repente deslizo el cuchillo por mi brazo, cortándome.
Grité
de dolor, acababa de hacer lo mismo, solo que esta vez con más fuerza.
Como
cabezota que soy, otra vez opuse resistencia, cabreándole más.
Me
tiró al suelo con violencia, ya veía todo perdido, no había escapatoria…
-
¡EH
TU!
Escuché
gritos, golpes, de todo, y por supuesto sabía quien había venido a buscarme. La
pregunta es: ¿Cómo sabía que estaba aquí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario