domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 21

La pelea seguía y seguía, y aun estaba tirada en suelo con la vista ida, con las lágrimas por la cara. Y el brazo… pobre de mi brazo.

-          ¿Alicia?

Parecía que me había ido del mundo. Mikel estaba delante de mi, muy preocupado y lleno de sangre.
Nos miramos a los ojos, sin decir nada, nos entendíamos con la mirada.

-          Os estaba siguiendo… - admitió poniéndose rojo – ahora me tomarás por loco psicópata…
-          Hombre, me espiabas…
-          ¡Por si ese cabrón te hacía algo! Y mira, te ha dejado otra vez tirada, pero en una situación peor.
Desvía la mirada al suelo, aun llorando. Esta vez si que rompí a llorar de verdad, desahogándome de esta manera.

Mikel se acercó más y me abrazó para consolarme.
Hundí la cabeza en su pecho, sintiéndome protegida, llorando en el.

-          Llora todo lo que quieras, desahógate

Estuvimos así un rato, pero debíamos marchar, no nos podíamos arriesgar a seguir más tiempo allí.
Al levantarnos los dos, me sorprendí al ver toda la sangre en el cuerpo de Mikel.

-          Dios… - murmuré – tienes que ir al hospital
-          Estoy bien, deberías ir tu por el brazo

Me lo miré pero no di importancia, el está mucho peor que yo.

-          Vamos los dos
-          Alicia, en serio…
-          ¡QUE VAMOS LOS DOS!

Con toda la suavidad posible le cogí de la mano y tiré de el para poder ir la hospital.

-          Vamos, tu moto

La reconocí enseguida, estaba aparcado justo delante del callejón.

-          Mira, ve tu sola y ya nos veremos – dijo dándome las llaves.
-          ¡Que no!

Le senté en la moto y me puse detrás, agarrándome a el con fuerza.

* * *

-          No entiendo porque no querías ir… - comenté saliendo del hospital.
-          Porque no me hacía falta
-          Lo que tu digas

Se paró y me miró con mucha seriedad.

-          ¿Ahora que harás? – preguntó.
-          ¿A que te refieres?
-          Con Albert
-          Pues… no le pienso hablar en mi puta vida
-          Ya claro, luego le perdonarás como antes
-          No lo haré…
-          Seguro que los harás
-          ¡Que no, joder!

Eché a andar con rapidez, muy enfadada por no creerme.

-          ¡Espera!

No respondí y seguí mi camino. Bueno… no tenía ningún camino, pero da igual.
La calle estaba desierta, lo que era mejor para mi, quería estar sola.

-          Alicia, por favor

Una fuerza me hizo dar la vuelta y quedar frente a Mikel, tan solo a unos centímetros.
Me tenía cogida de la cintura, dejándome sin escapatoria.

-          ¿Por qué? – susurré.
-          ¿Cómo?
-          Ya me molesta, hay días en los que eres un amor conmigo, y luego de repente ni me hablas, y si lo haces es para meterte conmigo… estoy harta.
-          Alicia, yo…
-          ¿Tú qué?
-          Si te estaba haciendo esto estos meses era porque… joder…
-          Habla, explícate

Nos miramos a los ojos. Su mirada expresaba miedo y nervios.

-          ¿Sabes qué? – susurró acercándose un poco más.
-          Que…

Cerramos los ojos y ocurrió. Al fin ocurrió lo que dos llevábamos tiempo esperando.
Nuestros labios se fundieron en un beso dulce, tierno.
Después de tanto tiempo, intentando separarme de Mikel, intentando que esto no ocurriese, había caído con este beso.

Lloré más. Mikel se separó y me miró preocupado.

-          ¿Por qué lloras?

Acarició mi mejilla con cuidado.

-          Tengo miedo…
-          ¿De qué?
-          De hacerte daño, o que tu me hagas daño. De que nos hagamos daño.
-          Eso no pasará
-          Seguro que…
-          Alicia – me miró a los ojos – no voy a hacerte daño.
-          Yo a ti tampoco

Me abrazó, eso era lo que necesitaba.

-          Te quiero… - murmuró a mi oído.
-          Y yo…

Sonreímos a la vez al escucharnos. Sonrisas de enamorados.

Otra vez nos volvimos a besar, pero con más seguridad y menos miedo. Más amor, con ganas de disfrutar de estos momentos, en el que solo estábamos el y yo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario